Me convencí de nuevo
de que no era tanto
fuego el que prendiste.
Y me dije palabras sensatas,
para dormir los sueños
que amenazaban
recordarte.
Tan sinceras,
que no entiendo qué
es aqueste deseo,
que deshace las fronteras nuestras.
No lo quiero ya entender…
por eso te pido rubia:
que no estés tan cómoda,
dejándome al alcance
de tu aliento aún cálido.
Vete, que nadie te dice
que la próxima vez
no voy a morderte.
Y ver si de este calor
también prendes…
O por si era un sueño,
que la risa se lo lleve.
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